top of page

          DISCOTECAS EMBLEMATICAS.

La discoteca Barraca, ya veterana por aquel entonces, ya había destacado en los últimos años 70 por querer diferenciarse de alguna forma del resto de salas estilo fiebre del sábado noche. Alrededor de 1980, Juan Santamaría recaló en esta sala para imprimirle su particular estilo tan ecléctico. En 1982 le sustituyó en cabina, Carlos Simó, disc-jockey muy influenciado por Santamaría, e imprimiéndole al estilo musical de la sala un énfasis aún mayor en la llamada “música blanca”, o música de raíces blancas. Por lo tanto, a partir de entonces, aunque el eclecticismo era la nota dominante en las sesiones de Barraca, prácticamente desaparecieron otros sonidos como el blues, rhythm & blues o el jazz que también tenían cabida con anterioridad junto con el habitual rock, pop y los sonidos de vanguardia, escuchándose «música blanca» que incluía a formaciones tan dispares como unos aún desconocidos para el gran público, y todavía alternativos Depeche Mode, U2 y The Cure; también gente como los influyentes The Smiths,Joy Division, herederos directos del punk como The Stranglers, The Clash (después Big Audio Dynamite), Sigue Sigue Sputnik, Generation X y su integrante Billy Idol, Public Image Limited (PIL) y su integrante Jah Wobble, o los B-52; grupos de synthwave como A Flock of Seagulls, Visage o Ultravox, de pop-rock como Immaculate Fools, Psychedelic Furs, The Fountainhead, B-Movie, Simple Minds, The Pretenders, A Popular History Of Signs, e incluso bandas australianas de garaje (garaje rock) como The Fall, Screaming Tribesmen, Hoodoo Gurus, Lime Spiders o grupos de rockabilly como los Stray Cats, y tantos y tantos otros, en lo que fue un excelente combinado musical de música eminentemente indie de primera mitad de los 80 y finales de los 70, sin el ritmo pegadizo de la música negra, pero con más frescura que esta. La magia que irradiaba esta sala se contagió a todos los noctámbulos y tribus urbanas que la frecuentaban, reinando el buen ambiente y el espíritu cordial.

 

La empatía entre la gente hizo que el ambiente que se respiraba fuera único, a diferencia de las salas convencionales, donde el factor sexual era el dominante, por encima del musical y el de la diversión por puro placer, también llamado hedonismo, y acarreaba problemas entre clientes. Un hecho destacable en Barraca fue la importancia del plano teatral dentro de las mismas sesiones, aparte de los conciertos que también se daban en la sala. Y es que en esta etapa, las performances y actuaciones teatrales de todo tipo eran un hecho habitual, hecho por el cual la sala pasó a ser un lugar de reunión de artistas y gente de mentalidad inquieta que creaba una cultura alternativa y diferente. Esto propició la atracción hacia esta sala de muchos personajes destacados en el panorama cultural, musical y social de la época en España, y debido también a su talante excepcionalmente tolerante para aquellos años, que atraía a la gente que huía de la vulgaridad que se respiraba en la mayoría de salas convencionales, y a su ambiente colorista, kitsch y estrambótico, donde incluso el maquillaje estaba bien visto en los varones heterosexuales, dado que el movimiento neo-romántico tuvo mucha influencia en Valencia, fue lo que la diferenció del resto. No en vano, se dice que era todo un espectáculo ver cómo vestía la gente habitual de Barraca, ya que por entonces muchos consideraban un ritual el hecho de vestirse para la fiesta. Además, Barraca fue una de las primeras salas españolas donde hicieron aparición las drag-queens, como la famosa Faraona. Otros aspectos a destacar de esta sala fueron su pista giratoria, su piscina, donde la gente se bañaba de forma desinhibida, los caballos de tío-vivo, que se convirtieron en marca de la casa, y su terraza. Sus principales sesiones fueron las de sábado noche y domingo tarde-noche. Fue tanta la importancia de Barraca en el amanecer de esta época, que al «sonido Valencia» se le denominaba por los propios valencianos, alrededor del año 86, como «música barraquera».

En el año 1984, hizo aparición en la escena valenciana otra sala mítica. Anteriormente llamada San Francisco, y dedicada a gente más convencional, es decir, a pijos o niños pera, como por entonces se denominaban, Spook Factory hizo acto de presencia en la historia de la noche valenciana y española. Esta sala ubicada en la pedanía valenciana de Pinedo, estaba situada mucho más cerca de la ciudad, y además en la misma carretera, por lo que a priori se le auguraba un gran éxito. Además empezó con vocación de llegar al gran público. Pero no todo fueron alegrías. La sala, durante sus primeras sesiones apenas atraía gente. Fueron las circunstancias lo que provocó que le llegase el éxito. Las autoridades castigaron a Barraca y Chocolate a un mes de cierre por ciertos acontecimientos, situación de la cual se aprovechó Spook Factory. Nunca volvió a estar vacía durante un solo fin de semana hasta al menos 1995 o 1996. Su pinchadiscos (término muy utilizado en los 70 y 80), o disc-jockey, se llamaba Juanito Torpedo, y la línea musical que llevaba estaba a medio camino entre las de Barraca y Chocolate, ya que se trataba de atraer a este tipo de público.
Sin embargo, quien consiguió darle gran notoriedad a las sesiones de Spook Factory, fue Fran Lenaers, que llegó poco después. El motivo fue que se trató del primer disc-jockey que junto a una gran selección musical, empezó a integrar una gran técnica en las mezclas a los platos con ese tipo de música variada. Hasta entonces, mezclar la música blanca cuadrando a la perfección los temas rock/pop/synth/techno como hacían los disc-jockeys de música negra no estaba bien visto y se solía pincar “al corte” o mezclando los segundos finales con los iniciales del siguiente, pero no se mezclaban durante más tiempo sopalados. Fran Lenaers empezó usando también temas que servirían de base para otros, e incluso experimentó mezclando un mismo tema a la vez en dos platos que le imprimía un efecto especial. Todo ello con equipos de mezcla muy rudimentarios comparados con los actuales. Además, Fran Lenaers también fue con toda seguridad el responsable de cierto cambio musical progresivo. No era tan devoto del pop y el rock como de la electrónica, y su especialidad era el techno y el ebm, la maquinaria alemana o belga (de ahí el término mákina, en realidad aún muy alejado de su significado despectivo y de lo que constituía bien entrados los 90) eran su principal argumento musical. La guitarra aún seguía presente, con grupos que se solían escuchar en salas como Barraca y Chocolate, pero con menor importancia que antes. En esta sala era habitual escuchar a gente como los Front 242, A Split Second, Front Line Assembly, Nitzer Ebb, Clan of Xymox, Severed Heads, Psyche, Vicious Pink, 16 Bit, y muchas otras formaciones de ebm y techno. Esto aún hizo ganar adeptos.
Además hubo otro factor que le aportó más éxito a la discoteca, y fue el hecho de ser la primera sala con un horario realmente amplio. Al principio empezó abriendo a las 6 de la mañana, hora a la cual recogía a gente venida de Barraca, Chocolate y otras discotecas, y de los bares de copas de la región, que por aquellos años solían cerrar muy tarde, a las 5 o 6 de la mañana muchos de ellos. Sin embargo, posiblemente por su gran aceptación se decantó por adelantar su apertura por la noche (11pm-medianoche). Sin embargo, ante tan amplio horario, debido a la normativa vigente tenía que cerrar a primera hora de la mañana, pero solo durante media hora, y con el público dentro, las luces de limpieza encendidas y la música apagada, para retomar la sesión tras esa media hora hasta mediodía del día siguiente, aunque poco a poco ese horario de cierre fue alargándose hasta bien entrada la tarde del día siguiente. Spook Factory en sus inicios atraía a la mayor parte de su clientela los domingos de madrugada tras un sábado noche. Su clientela más especial acudía a partir de las 6 de la mañana. Sin embargo, con los años afianzó su sesión de viernes noche como su sesión principal, debido sin duda a que con los años la oferta de sábados noche y matinales de domingos aumentó drásticamente, pero no pasó en la misma medida con los viernes noche, con lo cual Spook Factory se hizo dueña de esa franja horaria. Poco a poco, debido a la pasividad o ignorancia de las autoridades en aquella época, y a los vacíos legales de una todavía inmadura legislación española a nivel de ocio nocturno, se fue obviando ese pequeño parón de media hora a primera mañana, y en los primeros años 90 llegó a abrir cada viernes desde medianoche hasta las 16pm del sábado.
Otros disc-jockeys destacados que pasaron por Spook Factory fueron, ya en los 90, Luis Bonías, Arturo Witten y Vicente Mafia.

 

ACTV , siglas que da su significado a Actividades Culturales de Termas Victoria, abierta en 1987, uno de cuyos primeros disc-jockeys fue Fran Lenaers, unos de los grandes dj de valencia, tambien fue liderada por otro gran DJ valenciano como fue Arturo Roger. Se encontraba en la Malvarrosa, en la misma arena de una playa que aún no disponía de paseo marítimo. Estaba situada en un llamativo edificio histórico conocido como Termas Victoria, de ahí el nombre (Actividades Culturales Termas Victoria, aunque hubo un tiempo donde se extendió el falso nombre de Arturo Controla Toda Valencia), en el cual se alojaban también con anterioridad otros locales como Tropical y en la parte superior Casablanca. Apostó en sus inicios por sonidos más frescos. Arturo Roger, como DJ de sus sesiones principales, que en sus inicios fueron las de after-hours de sábados y domingos, introducía new beat, que se trataba de algo así como una mezcla de EBM y techno con el toque de distorsión del “sonido ácido” tan en boga por entonces, y acid house. Ambas eran, como ya se menciona, dos nuevas corrientes musicales surgidas a finales de los 80 y que tuvieron gran repercusión en el llamado «verano del amor» de 1988. El new beat se extendió rápidamente por otras salas valencianas al uso como Spook o Espiral, y el acid house también pero en menor medida, principalmente en Puzzle. Ambos estilos musicales se añadieron al combinado pop, techno-pop, ebm y techno habitual de la sala. Es decir, ACTV seguía siendo una discoteca abiertamente ecléctica. Ecléctica tanto musicalmente como en cuanto a clientela, ya que reunía uno de los públicos más peculiares de Valencia. Desde personajes famosos camuflados entre el aforo a noctámbulos empedernidos.

 

Otros DJs posteriores a Arturo Roger, quien marchó a pinchar a Barraca, fueron DJ Josel (también DJ de la discoteca Zona), el malogrado Manolo el Pirata, que adquirió gran relevancia por su refinada técnica a los platos, o Manolo el “Machaca”. Aunque la época de mayor esplendor popular de ACTV en el país coincidió con la época de la decadencia musical de la ruta, cuando esos sonidos habían derivado en música simple y embrutecida, la llamada música mákina, ya casi desde sus inicios en 1987, ACTV fue considerada como una de las principales salas de la Ruta Destroy y una cita casi obligada durante los domingos a partir de la tarde. No en vano, al tratarse durante buena parte de su existencia de la última sala importante en cerrar el fin de semana, se convirtió en lugar de reunión de la gente más importante de la noche valenciana. Tuvo sus sesiones after-hours de sábados y domingos por la mañana y tarde, entre otras, y empezó a la estela de otra sala de la Malvarrosa, situada en la misma calle Eugenia Viñes, llamada Coliseum, la cual fue liderada por Fran Lenaers y también polo de reunión de los personajes más destacados de la movida, y que tuvo notable importancia durante un par de años, si bien acabó cerrando alrededor del año 1988, e incluso el propio Clemente Martínez, ligado a Spook y NOD intentó abrirla como NOD Coliseo. Ya a finales de los 80, ACTV acabó especializándose y concentrando al público más “rutero” en sus sesiones de domingos tarde-noche a lunes por la mañana. Los amaneceres desde ACTV frente al mar prácticamente a pie de playa se hicieron muy populares. Otra peculiaridad de esta sala es que llegó a abrir durante una temporada los lunes por la tarde.

Poco después del comienzo de esta nueva y exitosa etapa en Barraca, apareció en escena otra discoteca, situada a apenas 200 metros de la primera. Se trataba de Chocolate. Los responsables de esta discoteca, anteriormente dedicada a sonidos funky y que se venía llamando Chocolate Cream, y aun antes, nave donde se almacenaba arroz, no quisieron dejar pasar la oportunidad de atraer a este público tolerante, abierto y tremendamente hedonista. Pero en contraposición al colorismo de Barraca, Chocolate apostó por sonidos más oscuros y góticos, siguiendo una línea de eclecticismo musical. Su ambientación iba a la par con la música, ya que a diferencia de Barraca, era una sala con una iluminación mucho más tenue en lo que era la pista de baile. Toni Vidal, más conocido como Toni El Gitano, fue su principal responsable musical esos primeros años, el cual pinchaba a gente como Bauhaus, Sisters of Mercy, Art of Noise, Throbbing Gristle, 400 Blows, Cabaret Voltaire, 1000 Mexicans, Anne Clark, Lords of The New Church, Snowy Red, Shriekback, Attrition, Alien Sex Fiend, Minimal Compact, Trisomie 21 y muchas otras rarezas de corte mayoritariamente siniestro y oscuro, tanto en temas de guitarra como en temas electrónicos (en muchos casos electrónica y rock experimentales), aunque no faltaron sonidos más rabiosos como el punk-rock de los Ramones, o el garaje rock y psychobilly (mezcla de rockabilly y música gótica) de The Cramps o de The Meteors y otros grupos similares con mucho “guitarreo” post-punk como The Fall o Fuzztones. En definitiva se trató durante varios años de la principal sala de psicodelia y de música oscura de la región, donde Toni Vidal pinchaba entre otras cosas temas muy avanzados que experimentaban con la mezcla del rock y la electrónica. También se programaron conciertos en esta discoteca. Pero una peculiaridad fue que al principio dichos conciertos se programaban al hacerse de día, a las 7 de la mañana, lo cual suponía un colofón a la sesión previa, y algo totalmente inédito. Toni Vidal también se encargó de otra sala de gran importancia a mitad de los 80 como fue Isla. Tras unos años en cabina, Toni Vidal fue sustituido por José Conca en 1986 mientras que Toni Vidal empezó a pinchar en otra sala de Ribarroja llamada Bravatta, la cual años más tarde sería conocida como Don Julio / NOD. José Conca no tenía la peculiar visión musical de Toni Vidal, pero a cambio fue quien llevó a Chocolate la técnica depurada que había implantado Fran Lenaers en Spook y que estaba causando furor, hecho que hizo que Chocolate viviera una segunda etapa dorada a finales de los 80. Además, esta sala sirvió de continuación de la fiesta para muchos barraqueros, ya que cerraba unas horas más tarde que Barraca. En cualquier caso, también se ganó a su propio público devoto. Gente amante del cuero y el color negro. Chocolate se convirtió en el templo de la movida gótica que inundó Valencia y que fue importada directamente desde el Reino Unido por la gente que estaba relacionada con esta movida. Durante sus primeros años su fachada estuvo decorada en honor a su nombre, de color marrón oscuro y chorretones cayendo de la parte superior.
También cabe mencionar la aparición de pequeños clubs after-hours durante esta época (el término anglosajón after-hours en realidad no empezó a usarse hasta bien entrados los noventa). Fueron con toda probabilidad los primeros en España, para que todo este tipo de gente pudiera continuar con la “fiesta”, como la sala Looping, en la ciudad de Valencia, donde pinchó gente como el propio José Conca antes de pasar a ser disc-jockey de Chocolate, o Canteret, en Cullera, muy cerca de las salas Barraca y Chocolate. La sala Looping era una boîte llena de espejos y decoración recargada, una zona de sofás, y de un tamaño medio pero con techos muy bajos, donde se reunía la flor y nata de la época tras haber cerrado los principales locales. Por las noches estaba dirigida hacia un público maduro con música de baile agarrado, pero en sus nuevas sesiones after-hours cambiaba totalmente de tipo de público y música. Estas discotecas after-hours acabaron sucumbiendo debido al progresivo alargamiento de los horarios de cierre de las salas más grandes, y especialmente por la aparición de la discoteca Spook Factory, de la cual se habla a continuación.

 

En 1986 saltó a la fama otra sala legendaria, Espiral, abierta desde finales de los 70 y dedicada hasta entonces a sonidos disco, y que no se encontraba en la habitual ruta en línea recta bordeando el sur de la costa de Valencia, sino tierra adentro, en La Eliana. Fue abanderada por su DJ, Jesús Brisa, que llevó a la sala esa variedad musical de temas de rock/pop no comercial, sonidos oscuros y electrónicos. La ruta se amplió pues hacia el interior del área metropolitana de Valencia. Esta sala se caracterizó por atraer a un público menos selecto, más “de barrio”, por decirlo de alguna manera, pero al mismo tiempo, el público más brutal de la ruta. Además, durante sus primeros años no era tan conocida fuera de Valencia como lo eran las otras tres principales salas. Todo estaba permitido aquí. Los servicios eran compartidos entre ambos sexos. No había reglas y el “todo vale” era la tónica general. Aun así, soportaba menos problemas entre la gente de lo que lo haría cualquier discoteca actual con todo su personal de seguridad. Era considerada como la más “cañera” del momento, hasta su sonado cierre y reconversión en una versión más “light”, ya bien entrados los noventa, hechos que precipitaron rápidamente su definitiva desaparición (fue la primera de las grandes en caer). Esta discoteca disponía de una terraza con piscina. Sus principales sesiones fueron las de sábados tarde y sábados noche, mención aparte de sus habituales e inacabables maratones. Hubo otra sala de este estilo ligada a Espiral llamada Broadway, y que estaba situada en Alfafar, la cual tiempo después pasaría a adoptar otros nombres (Sucre, Amadeus, AMD). Sin embargo, al igual que pasó con salas importantes del momento como Bravatta, Isla, Éxtasis en Llombai, y más adelante Coliseum o Ku Manises, su nombre no trascendió al nivel de las más conocidas en la actualidad, al no estar ya presente en los años de mayor éxito de la movida.
También en 1986, llegaría Puzzle, antes llamada New Bunker (es de suponer que antes aún fuera Bunker). Fue el mismo Carlos Simó, ex-DJ de Barraca, quien ante la mayor demanda de público, abrió como gerente esta otra sala, situada a apenas unos 2 km de Barraca en la misma carretera. Se trataba de una discoteca muy moderna que aportó por entonces elementos novedosos en materia de iluminación, decoración, etc, y que además se enfocó musicalmente a sonidos más frescos, synthpop y technopop e incluso house. Por dar ejemplos, grupos como New Order, Camouflage, Cretu, T99, Boytronic, Information Society, o Red Flag podrían dar una idea de cómo fue su música durante los 80. Uno de sus primeros disc-jokeys fue Luis Bonías, procedente de la sala Triplex de Cullera (sala donde también recaló el DJ Frank de Espiral o desde donde llegó Fran Lenaers a Spook Factory). Tiempo después Luis Bonías pasaría a pinchar en Pacha / Arena Autitorium, y entre 1991 y 1993 fue residente en Spook Factory. Al marcharse de Puzzle, recalaron dos hermanos, conocidos como Los Gemelos, que serían quienes le darían personalidad propia y fama a esta sala con esa música menos industrial y oscura, que también tuvo gran aceptación.
Durante sus inicios, la discoteca no atraía suficiente público los sábados por la noche, pero esa carencia no tardó en suplirse, ya que su amplio horario (acabó por cerrar cada semana alrededor de las 17 del domingo en su sesión de sábados noche) ayudó a que se llenase de gente procedente principalmente de Barraca, Chocolate o Spook ya a partir de primeras horas de la mañana. La hora a la cual accedía el grueso del público más habitual era entorno a las 6 de la mañana del domingo. Tuvo también sesiones de domingo noche, a la que acudía gente chic y sofisticada. Mención especial la tiene su por aquel entonces famosa terraza ajardinada con sus soportales a ambos lados llenos de acuarios y con zonas para sentarse (la terraza se cubrió por el año 1994), su cabina de DJ en la sala interior en forma de torre de barras metálicas, desde donde pinchaban los llamados «Gemelos», su cafetería, en el mismo edificio, pero separada (años más tarde se integraría en la propia sala), y por ser la favorita junto con Barraca y Spook Factory del público gay.

 

NOD, también llamada Don Julio porque así se llamaba anteriormente a reabrirse (NOD no era sino una inversión de la palabra Don), con el conocido Kike Jaén a los platos, y DJ Nino. Fue dirigida por otro personaje importante en la movida valenciana como fue Clemente Martínez, anteriormente miembro de la plantilla de Spook, como gerente de la sala. Se abrió en 1988, y estaba situada en la misma zona interior que Espiral, al oeste de Valencia, concretamente en las afueras de Ribarroja, en medio de campos de naranjos, por lo cual ambas discotecas siempre tuvieron mucha afinidad de público. De hecho, NOD acabó actuando como after-hours de Espiral, dado que abría los domingos por la mañana su sesión principal. De destacar es el hecho de que esta sala en 1986 la abrió Toni Vidal (el Gitano) con el nombre de Bravatta, tras marcharse de Chocolate y ser sustituido por José Conca, y también estuvo dedicada a los sonidos inculcados por el mismo en Chocolate.

Su éxito fue relativo, ya que no llegó a ser conocida fuera de Valencia. A los pocos años cerró, y al tiempo, reabierta como Don Julio, nombre idéntico al de un pub del mismo dueño sito en la población de Chiva donde ya pinchaba Kike Jaén. Clemente Martínez no vio este nombre nada comercial, con lo cual, al poco tiempo de funcionar la discoteca como Don Julio, decidieron quitarle al nombre la palabra “Julio”, e invertir la primera. Al retirar las letras “JULIO” del letrero principal de la fachada (que iba en vertical) e invertir “DON”, quedó NOD con la letra N al revés, hecho que adoptaron de forma inteligente de cara a la imagen de la discoteca.


NOD fue la principal responsable de la cultura del parking, algo bastante más allá de lo que hoy en día se conoce como botellón, y consistente en líneas generales en que cada coche se transformaba en una pequeña discoteca y barra libre (muchos no escatimaban en invertir gran cantidad de dinero en grandes equipos de sonido), mientras la gente disfrutaba recorriéndolos a lo largo y ancho del parking, bailando, compartiendo y socializando, de alguna manera, con gente de todas partes. Además, los responsables de la misma sala, junto con la iniciativa del diseñador de moda Francis Montesinos, apoyaban este tipo de ocio animando a gente ligada a la noche y de diferentes locales de ocio de Valencia a hacer paellas gratuitas en la parte posterior de la discoteca para que todo el que lo quisiera, tuviera un buen avituallamiento. Además, frecuentemente montaban fiestas en el mismo parking. Aquello resultó en verdaderas orgías de fiesta en los mismos parkings de las discotecas. De hecho, a finales de los 80 y principios de los 90, podía haber tanta o más gente en los parkings de las discotecas de la ruta que dentro. Este tipo de ocio fue a los pocos años intentado atajar por los responsables de las propias discotecas, debido a la cantidad de dinero que dejaban de ganar, y a la peligrosidad que provocaban estas fiestas al aire libre situadas junto a carreteras conflictivas al tráfico en fines de semana, sobre todo en discotecas como Chocolate o Heaven, junto a las cuales podían llegar a formarse interminables hileras de coches aparcados en los lados de la misma carretera, ocupando totalmente ambos arcenes, una situación casi surrealista e impensable hoy en día.

 

bottom of page